4.10.05

Sobre vicios confesables (I)

Cuando me defino como una lectora vicioso compulsiva no exagero. Leo todo lo que cae en mis manos, hasta la letra pequeña de la publicidad de Eroski. El problema grave viene dado cuando se trata de comprar. Porque por sistema me gustaría leerlo casi todo. Y cuando veo un libro que me llama la atención pues toca comprarlo. Como lectora, bueno, como poseedora de libros soy un desastre. Subrayo, escribo, pego post-its. Por eso todo libro que compro pasa por ser forrado. Después de muchos años de llevarme los libros de los que no puedo desengancharme al lavabo, a la bañera, en el bolso, en el coche, en transporte público, mi único recurso para que acaben en un estado medianamente decente es ese, el forro transparente. Y el de mi hermana ha sido prometer solemnemente no dejarme un libro suyo más en su vida. Claro que lo de mi hermana es creo yo demasiado: hay que leer los libros medio cerrados por si se desloman. Entre ella y yo debe haber un término medio. O eso me gustaría creer. Ahora mismo sigo con mi libro sobre catedrales góticas, tengo en lista de espera La historiadora de Elisabeth Koslova, una biografía de Cortázar, Rayuela de Cortázar, un ensayo sobre comunicación no verbal, otro sobre los mecanismos del ingenio, otro más sobre evangelios apócrifos, un best-seller titulado El enigma Vivaldi, la Historia de la sexualidad de Foucault y otro ensayo más, que olvidaba, sobre los mecanismos de repetición en ficcion narrativa, cinematográfica y televisiva. Sin contar las reflexiones sobre cine de Javier Marias que he pedido en Círculo de lectores. Hay para una temporada ¿no?. Prometo no comprarme nada hasta que no acabe todo esto. Pero echo de menos algo de buena poesía. ¿Algo de Peri-Rossi quizás? O una buena novela contemporánea en castellano o catalán..... Me parece que esta promesa, especialmente esta...está para ser rota. Banda sonora de esta nota: Quédate a dormir de M-Clan

1 comentario:

Joseph Seewool dijo...

Esta nota no puedo pasarla por alto. Soy el poseedor de una biblioteca de 1842 libros, todos ellos adquiridos por mi (ninguno heredado), excepto cuatro o cinco sustraídos de la biblioteca hace ya muchos años y que conservo con especial devoción.

Por las fechas de tu nota yo estaba leyendo "Amor perdurable", de Ian McEwan, un relato magistral en el que late varios tipos de reflexiones: la quiebra de la solidaridad social, en conflicto eterno con el egoísmo; la esencia del amor, en la frontera misma entre la racionalidad y la locura.