5.12.05

El zoo de Silviqui (y familia): los periquitos talibanes

No sabemos cómo, bueno si sabemos, se nos han reproducido tan rápido los periquitos. Empezamos hace dos años con una parejita y ahora mismo tenemos veinte nada menos. Y una jaula el doble de ancha que yo (que ya es decir) e igual de alta. El caso es que la primera parejita fue bastante acelerada. La perica hizo tres nidadas. Supongo que harta de poner huevos y de que el perico macho le metiese picotazos en la cabeza cuando queria salir del nido, la pobre a la primera que vió oportunidad le metió dos picotazos a mi padre y se largó con viento fresco. De esa ya quedaron bautizados como los periquitos talibanes, por que mira que son asquerosos cuando la hembra tiene huevos: no la dejan salir del nido más que a buscar comida. El macho tuvo que ocuparse el solito de los últimos tres pollos con paciencia, porque cuando quieren comida los pajaritos no hacen más que piar (si se le puede llamar piar a el sonido de los periquitos claro). El caso es que los periquitos son extremadamente bordes. Este agosto, justo cuando no estaba el maestro periquero que es mi padre, tuvimos varios chous con ellos mi hermana y yo. No tengo que decir que en esta casa, con tanto bicho, nos vamos de vacaciones por turnos, y que cuando se van mis padres, mi hermana y yo nos repartimos como podemos. Yo perro, periquitos jilgueros y canarios, tortuga y mi difunta ardilla. Mi hermana gatos, hamster, peces, ranas ( que comen grillos vivos puaj) y las plantas, que dentro de nada tendremos que entrar a la terraza con machete. Bueno, el caso es que este verano una hembra echó a su hijo del nido a picotazo limpio. Le dejó la cabeza de tal manera que se le veía el hueso del cráneo. Asustadas ante la posibilidad de que mi madre tomase ejemplo, sacamos zumbando al periquito del nido, le dimos de comer a mano religiosamente y lo bautizamos como El Posho. El caso es que el periquito, recientemente reinsertado en la jaula, se ha acostumbrado de tal manera a las personas que te lo puedes pasar de dedo a dedo tranquilamente y él tan tranquilo. En cambio algún trauma infantil debe tener porque es de agresivo con los pericos amarillos que no veas. Igual hemos criado a un pollo racista. Ahora ha sido uno de los hermanos de nido quien ha echado a dos pollos de perico por el mismo sistema: duro y a la cabeza. Por fin comen solos pero tambien son de los que se callan cuando los tienes en la mano. Ahora que la anécdota más surrealista la tuvimos también este agosto. Una perica tenía un huevo atascado y tuvimos que ponerle un trozo de grasa de jamón a ver si se desatascaba. Como a la perica el jamón no parecía irle mucho, al final tuvimos directamente que untarle el culo con aceite. Tal como lo cuento. Y ahora mismo, con los que rescatamos de la calle que directamente se vienen a casa ( no se si podemos decir que somos una ONG: Periquitos sin fronteras o algo así) tenemos veinte. Y mi padre está ya planeando sobre papel la ampliación de la jaula. Banda sonora de esta nota: Los tejados de Cómplices.

2 comentarios:

Mr.Celofan dijo...

Yo no podría vivir en tu casa.

Silviqui dijo...

¿Eres alérgico a las plumas? Pues mira que mi padre a todo hombre que pasa por casa lo infla a quintos eh!