27.2.08

CULTURITA ENOLÓGICA

( Cuando le preguntamos a unas abuelas porque este barrio se llamaba El Húmedo, nos dijeron que era porque allí la gente solo iba a remojarse el gaznate)
Este verano de 2007 tuve unas vacaciones muy muy atípicas. Fueron atípicas porque me pasé once días caminando. Supongo que para más de uno esto es de lo más normal, al menos de mucha gente que conozco, pero para mí fue una primera vez que ahora recuerdo con una sonrisa, que no me esconde mis ratos malos y mis pájaras durante el camino.


En fin, que hice un tramo del Camino de Santiago. De León a Santiago concretamente. Una, por circunstancias personales, no ha sido muy viajera. Pero cuando la compañía es buena, cada día libre se aprovecha para ir a donde llegue el coche y disfrutar de todo lo que queda por conocer, que es mucho e infinito.


Descubrí León. Además con la suerte de tener a mi hermana la pitufa trabajando allí, o sea, con alojamiento incluido. Cuando, tras bajar del autobús que nos traia del aeropuerto, mochila caminera a la espalda, crucé una esquina y ví su catedral, en ese mismo momento tuve un síndrome sthendaliano. Soy muy propensa a esos síndromes, eso también hay que aclararlo.


Edificios calles aparte, hay una cosa que me llamó mucho la atención de esa bellísima ciudad. Y es que en cualquier bar tienes una carta de vinos impresionante. Yo no bebo alcohol por lo general porque he heredado de mi madre una especie de alergía en la que, con una cerveza sin, acabo poníendome como un tomate de roja y con una modorra impresionante. Pero confieso que una copita de tinto de vez en cuando....mmmmmm. No soy una experta catadora; como con muchas cosas, sólo puedo clasificarlas en "me gusta" o "no me gusta". Pero poder ir a un bar de El Húmedo y pedirte un verdejo blanquito bien frío, o un tinto de la tierra a temperatura ambiente....


Y ahora viene cuando yo me pregunto ¿por qué en Catalunya no hay locales así? ¿Será por la desconfianza de que te sirvan de una botella abierta? Yo disfrutaría si en un bar al que fuese a diario pudiese mantener una conversación entretenida con mi copita de vino bebida lentamente, dejando que te inunde el paladar. A ver si cunde el ejemplo fuera de los locales mas pijis.
Banda sonora de esta nota: Hormigón, mujeres y alcohol de Ramoncin

2 comentarios:

CDS dijo...

Vino. Mmm... Me encanta. Para las cenas, especialmente. Hasta otra, dueña de la escalera.

Jordicine dijo...

Ahora sí. Tienes toda la razón... o sólo en parte. Ja ja ja. En Palamós hay varios sitios de 'pinchos', al ladito del mar, que sirven vino a copas. Y de muy buena calidad. Tinto crianza, que es el que me gusta (Rioja o Ribera del Duero) a dos euros la 'unidad'. Un beso.