25.11.11
AIRE
23.11.11
Sigo...
KERO
-¡Aggg! ¡Bájate!
Baja de un salto, con los ojos como platos y un amago de taquicardia. Mira a su alrededor haciendo el gesto instintivo de taparse. Nadie. Mira hacia la báscula y adelanta un pie…
-Ni se te ocurra, foca. ¿Pero qué quieres? ¿Qué muera por
aplastamiento?
-¿Hablas?
-Pues claro que hablo. Lo que me faltaba. Una propietaria
sorda además de… ¿o lo tuyo es tontería pura y dura?
-Oye maja…
-Menos sarcasmo, de maja nada. A mí llámame Kero
-¿Vero? ¿Encima te llamas Vero?
-Kerooooooooooooooooo. Mira, yo he sido programada
para mujeres como mandan los cánones. O sea, que hasta
que no pierdas por lo menos veinticinco quilos, ni se te
ocurra poner encima mío ni un dedo de pulgar del pie
derecho. ¿Estamos o te tengo que hacer un croquis?
- O sea que encima de que hablas, eres más chula que un
ocho. ¡Uf, lo que me faltaba!
-Mira reinona, en el fondo, mi software lo que hace es
motivarte. Porque, plantéatelo de esta manera: ¿A qué nunca
has tenido un trabajo de cara al público? ¿Por qué tus
relaciones son de todo menos estables? ¿Por qué tus amigas
te invitan a todas partes, menos a bailar por la noche?
-Mira Kero, conversación acabada. Ponte en stand by y ¡por
favor, estoy razonando en voz alta con una báscula de baño!
Pero por la tarde, mientras hacía como que estudiaba, meditó. Tenía razón Kero. Un poco de vida sana no le haría ningún mal. Quizás así le sería más fácil hasta encontrar trabajo. Aún recordaba el comentario de su amiga, la charcutera del mercado, sobre su nueva empleada. Sí, esa que era muy trabajadora, y eso que está gorda, ¡eh! Así que sin demora se puso al día siguiente. Un poco de dieta. Una hora caminando cada día. Empezó a notar en la ropa que la cosa iba bien. A la semana clavada volvió a subirse a la báscula.
-Tiene usted el peso ideal…para un ¡portaviones! Ja, ja, ja, ja,
ja, ja. Anda, baja, vacaburra, que me vas a provocar una
hernia en el circuito impreso…
-¡Uf! ¡Qué asco de cacharro!
-¿Pero qué te has pensado, pringadilla? ¿Qué tener lo que
quieres como lo quieres, cuesta eso, una semanita haciendo
el tonto? No tienes ni idea de lo que es tener voluntad,
ganas de hacer las cosas. Eres una fofa de cuerpo y de
mente. Sí, anda…sí, llora, dame la razón. Pringá. No tienes
cojones de llevar nada a término.
-Encima, lenguaje machista. ¡Qué asco das!
Reprimió las tentaciones de comerse una tableta de chocolate blanco. Se pensaba la báscula esa que iba a hundirla. Ni de broma. Se apuntó a un gimnasio. Iba dos horas cada día. Al principio, las barbies cuchicheaban entre ellas, sin respetar su falta de aliento ni su sudor. Pero poco a poco, la iban apoyando en sus clases de ejercicios aeróbicos, o cuando iba aumentando las series de rutina de
musculación. Notaba sus sonrisas y su aceptación. En la máquina de las barritas energéticas sustitutivas de comidas y los refrescos con carnitina, empezó a hacer relaciones entrañables. Y mientras, Kero estuvo abandonada cogiendo polvo.
Aún seguía mirando a su alrededor con extrañeza. Y eso que llevaba allí tres meses. La habían duchado y vestido antes de la visita de aquel hombre que no paraba de preguntarle por qué había roto con tanta saña, a martillazos, su báscula. Todo el mundo estaba allí, taaaaaaaan delgado. Menos ella. Se empeñaban en decirle que no, que tenía un problema grave. Pero ella lo sabía. Porque cada vez intentaba sentarse, escuchaba a la silla de su cuarto, decirle: ¿No irás a poner tu peazo de culo encima de mí?
19.11.11
ENERGÍA
Estaba rodeado de cajas cuando encontró el libro. Probablemente era de ella. Siempre le habían gustado esos temas y devoraba literalmente cualquier libro que pudiese darle otro sentido a su vida o planteársela de otra manera. En eso era tremendamente inquieta. Tan inquieta que había acabado considerándolo un lastre y como tal lo había soltado para poder subir más alto. Se sentó un rato en el sofá a darse un descanso con una cerveza helada para olvidarse un poco del caos que le rodeaba y que tenía que solucionar. Empezó a leer el libro:
"La energía ni se crea ni se destruye: se transforma. Este principio es básico. Digamos que energía hay una y única en el universo y que tú puedas manejarla a tu antojo es cosa de práctica. El universo gestiona esta energía y es ciego, pero no cruel. Simplemente te devolverá la energía que tú hayas gastado y en la manera que la hayas gastado"
Rió pensando esas palabras. No se imaginaba una factura a cuenta de un gasto de energía emitida por el universo sociedad anónima. Miró el reloj y salió disparado, cogiendo carpetas y libros. Llegaba tarde a la reunión con el jefe. Después de ese tiempo de trámite de separación no le apetecía lo más mínimo esa sesión de bronca con nombre anglosajón, pero para eso le pagaban. Pensó voy a perder el autobús y así fue. Llegó con las prisas, que siempre son malas consejeras, a la mesa de la recepcionista, resoplando, corbata a la espalda y ella le miró encima de sus gafas, divertida:
_¿Esto que es, te estás leyendo Energía de Roast MacFried?_
_Si, bueno, un libro de Marina que se traspapeló en mis cajas de exiliado, en fin….demasiada metafísica para mí creo._
_Eres un listo, desde luego. No desestimes esa teoría. Lee más. Es digamos que un ensayo sobre como si piensas positivo, todo te saldrá bien. Y no tendrás que dejar el coche en el taller para venir tarde en autobús como hoy…desastre…que eres un desastre._
Estaba bien argumentado lo que le había dicho Calista. Siguió leyendo ese libro y hasta consiguió acabárselo. Empezó a poner en práctica sus peticiones energéticas al universo con cosas sencillas primero tipo voy a aparcar a una manzana solo de la puerta del trabajo, mi cola del supermercado tiene que ir hoy más rápido que las dos de los lados, el camarero me traerá el cortado a su temperatura justa para no quemarme la lengua y otros órganos vitales. Eh, y la cosa funcionaba. Pensar que le iban a pasar cosas buenas hacía, efectivamente, que le pasasen cosas buenas. Sólo falló el día que pensó en que no quería de ninguna de las maneras que ese dolor de muelas que intuía apareciese con todo su esplendor…El flemón fue de antología.
_Calista, lo siento, tu teoría y la de la tal Roast Macfried no funciona…mira lo que me ha traído la energía del universo: un flemón..._
_¿Tú te has leído bien todo el libro? ¿Qué pediste?_
_Pues no tener dolor de muelas_
_Ahhrghhh error. No puedes decir NO al universo y su energía. No entiende de partículas lógicas. Si le hablas con una sintaxis negativa…te devolverá energía negativa. ¡Pero qué torpe!_
Volvió a probar. Esta vez pensó con todas sus fuerzas Quiero estar bien con mi muela. Y, efectivamente, al segundo día se reconcilió con su sistema masticador. No flemones, no molestias….esto funcionaba. Le llamó Marina para cenar algún día, por los viejos tiempos. Había llegado a sus oídos que había cambiado en bastantes cosas: que ahora era una persona positiva, hasta osada, y quería verlo con sus propios ojos. El preparó su petición al universo con todas sus fuerzas, con la sintaxis lo más correcta posible, pero aun así falló. Ella volvió por donde había venido, pero con la promesa de una cena pendiente. Y siguió entrenando. Concentrando toda su energía en las peticiones y esperando que el universo le respondiese al mismo nivel. Tenía que provocar algo con Marina y sabía cómo. Quizás no le había dado la intensidad necesaria a sus peticiones.
Pero por fin la promesa se hizo real y allí estaba, esperándola delante del restaurante. La vio acercarse al paso de cebra, realmente preciosa, y se concentró con todas sus fuerzas. Fue el único que no corrió a auxiliarla cuando la atropelló aquel autobús.
Simplemente caminó en dirección contraria.
Y sonreía.
NUDOS
Allá estaban las tres. En esa habitación en penumbra donde sólo se intuía el aire fresco que circulaba desde el patio hasta el corral. Padre y el resto de los hombres habían ido al casino a hacer el café del mediodía y los licores. Cuestión de costumbres. Ellas no habían caído en prever que sólo los hombres se acercarían a la casa de la moribunda si ponían a disposición anís, café y otras cosas de alcohol. Las tres hermanas se miraron y suspiraron casi a la vez. En medio, en la cama, estaba su madre dormitando. Habían dejado las tres trabajos, familia e hijos sólo por pasar aquellas últimas horas con Madre. La recuerdan entre ellas y entre susurros, a aquella mujer pequeñita y frágil que en su día se hizo cargo de tres hijas y un viudo, tan joven ella, soportando las miradas de compasión de los paisanos cuando la veían con las tres cominos que la seguían a todas partes, que lloró igual por los hijos vivos que por los que nacieron muertos, que les daba a escondidas pan con tocino cuando se negaban a comer potaje , que las despidió ajena y entera en la estación de Córdoba aquella calurosa mañana de agosto de 1960 .
-Hay que cantar siempre "mi'as", siempre - les decía a las hermanas mientras cogían algodón e iban llenando los capazos - Cantando se deshacen los nudos y el cuerpo puede ir más ligero "pa tó".
-Anda, madre - decía la pequeña y la más descarada - que la gente va a pensar que estamos locas, como usted. ¿De qué nudos está hablando?
- Pues de los que tenemos todo el mundo "mi'a". De los nudos del alma, de los de la garganta, los del estómago y hasta los del corazón. Cantando todo pasa más suave, como el pan negro cuando lo untas en la "pringá"... La vida es un hilo y, cada nudo que hagas, lo hace más trabajoso pa coser. Recordar esto siempre.
Reían ellas de las ocurrencias de su madre. Casi podían escucharla en esa habitación; no...la estaban escuchando. Un hilillo casi quebrado de voz, una especie de mmmmmmmm que empezaron ambas a identificar; su madre; ojos cerrados, cuerpo casi inerte y respiración suave estaba tarareando. Se miraron cómplices en la pena, y empezaron a cantar muy bajito las tres hermanas, siguiendo a su madre:
"Con el vito, vito, vito, /
Con el vito, vito, va. /
No me mires a la cara /
Que me pongo "colorá".
Ahogaron un sollozo para poder articular palabra. Respiraron hondo, llenándose de aire hasta el estómago, más templada ya la voz, riendo entre lágrimas
Con el vito vito vito, /
Con el vito vito va. /
No me "jaga" "usté" cosquillas/
Que me pongo "colorá".
Y se giraron ambas a mirarla con dulzura infinita, a esa mujer encogida, pequeña y flaca que yacía en la cama. No respiraba. Pero sonreía, libre ya de los nudos que la ataban a la tristeza de sus hijas.
17.11.10
PUBLICIDAD ANACRÓNICA : PRIMER EJERCICIO
EL TALLER
5.5.10
BILBAO – NEW YORK – BILBAO DE KIRMEN URIBE
A veces una novela, cuando ha acabado, me deja como diez minutos pensando, estirada en la cama mirando al techo. Realmente ese mundo narrativo que termina te deja ciertamente como un poco desamparada, como un poso de tristeza que tarda un tiempo en desaparecer. Esto es precisamente lo que me ha pasado con Bilbao-Nueva York-Bilbao. ¿El motivo? Va a ser difícil de explicar en pocas líneas.
Sorprendente. Es la palabra que podría describirlo. Porque para hacer un resumen muy simplista, esta novela explica el proceso de cómo hacer esa misma novela. El narrador, identificado con el autor, nos explica a simple vista el proceso de documentación. El motivo, un viaje, un motivo tan exprimido como el del manuscrito encontrado. ¿Os acordáis de un soneto de Lope de Vega que empezaba con estos versos:? Un soneto me manda hacer Violante/ que en mi vida me he visto en tal aprieto: / catorce versos dicen que es un soneto/ burla burlando ya van tres delante. Pues un artefacto parecido es esta novela. Conforme va explicando su proceso de documentación va fijando un mundo ya perdido, el familiar. Pero aparte de esto va construyéndose delante mismo de nuestras narices eso, el mundo perdido de los pescadores de altura, de los pueblos y sus habitantes, de personajes históricos, del pasado imperfecto y el presente. Un relato de múltiples tiempos, múltiples personajes y múltiples estrategias narrativas, que parece desordenada, interrumpida, que van entrelazándose magistralmente a lo largo del relato. Un relato plagado de referencias intertextuales: diccionarios, transcripciones de grabaciones, estudios, mensajes de correo electrónico, Y el hilo conductor, el vuelo de Nueva York a Bilbao que realiza el narrador. Con sus estrategias narrativas propias (genial la inserción de los datos de la pantalla del vuelo).
Sigo sin poder explicar el motivo de la genialidad de esta obra la verdad. ¿Juego de muñecas rusas? ¿Caleidoscopio? ¿Murales? Quizás no sea tan filóloga como dice mi título. Y casi que por mi comentario esta novela parece un caos aparente. Pero nada más lejos de la realidad. Está perfectamente trabada. Pero no deja de describir un mundo que , como tal, tiene su caos necesario y sus contradicciones.
8.10.09
VUELOS COMERCIALES
“Elegí mal día para dejar de esnifar pegamento” Frase mítica de Aterriza como puedas
La verdad sea dicha, nunca había volado en esa compañía. Pero mi amiga la kiosquera tiene una especie de intuición viajera y ha descubierto los vuelos baratísimos de ida y vuelta en un día. Por ese sistema yo he ido de paseo a Milán y, el otro día, a Granada. Fue en el vuelo a Milán cuando me quedé un poquito pasmando. Nos acomodamos en los asientos, despega el vuelo y a los diez minutos, ofrecen el servicio de desayuno y dos azafatas con un carrito recorren el pasillo diciendo “hot drinks, bombons, xocolata calenta”(en tres idiomas diferentes oiga). Bueno, hasta ese punto normal. Desde que en vuelos cortos se suprimió cualquier tipo de comida es digamos un sobresueldo de las compañías low cost. Supongo que incluso habrá gente que hasta les dejará propina. Pero pasados diez minutos de la ronda del carrito de las bebidas empiezo a escuchar…
“Señores pasajeros, fumar está prohibido durante todo el transcurso del vuelo. Por esa razón les ofrecemos un paquete de cigarros de hierbas sin humo. Para que pueda disfrutar del vuelo sin angustias. Obtenga su dosis de nicotina por el precio de seis euros”
Podréis imaginar que me quedé pasmada. Primero porque como fumadora que soy me sentí como una yonqui. Su dosis de nicotina dice la tía en un perfecto castellano de Eslovenia. Segundo, porque con este sistema de venta no puedes no abrir la puerta, o decir tengo prisa o lo que sea. Estás allí a chorrocientos metros de altura, aún con el cinturón abrochado como aquel que dice. O sea que como no cojas un paracaídas y te tires no hay manera de librarse. Y puede ser una faena difícil, ya que de lo único que te informan es de la existencia del chaleco salvavidas ¿Y cómo vas a saber si te bajas de un avión en marcha si vas a acertar en la lago de Banyoles por ejemplo?
En fin, eso solo fue el principio. Luego vinieron las ventas de billetes de autobús para ir de Bérgamo a Milán, luego las tarjetas telefónicas, por último los productos de perfumería libres de impuestos (en cielos internacionales se ve que esto no cuenta) y luego otra vuelta con el carro- bar. El caso es que me bajé casi con la cabeza como un bombo. Ya empezaba a imaginarme azafatas bailando ofreciéndome comprar una lavadora a plazos, o hablándome por lo bajini para venderme coca o algo así, tal cuál las vendedoras gitanas del mercadillo con los calcetines y las bragas colgadas del antebrazo.
Y puestos a pensar, me imaginaba siendo una chica alta y guapa estudiando para azafata de vuelo. Sabiendo mis tres idiomas mínimo, preparada para cualquier eventualidad. Y acabar luciendo un moño igual que mis otras dos compañeras y vendiendo cual comercial por las casas. La teoría del compañero de la kiosquera es, por cierto, que el moño es un postizo y es un moño corporativo, como los colores de la empresa.
De hecho, mi amiga me dijo que cuando volaron a Madrid, el avión tardó casi cuarenta minutos más de lo normal en hacerlo. Seguro que con un vuelo de tiempo normal no les daba tiempo a vender todo lo que tenían por el maletero del “vión”. ¿Os queréis creer que me creo esa teoría?
Banda sonora de esta nota: Ella elle l á de Kate Ryan
5.10.09
HIJA ÚNICA
Yo quero ser hija única como Angélica de Rugrats
Parecen de mentira las vueltas que da la vida. Y como se nos va reorganizando de tanto en tanto. Casada mi hermana pequeña desde hace un año, la mediana se fue a vivir con su novio este mes de agosto. Y resulta que con 38 tacos he acabado convirtiéndome en hija única.
Era legendario el status de los hijos únicos durante mi infancia y juventud. En el cole eran los que iban vestidos mas pijos. No tenían que escuchar eso de “Si claro, si te lo compro a ti tengo que comprárselo también a tu hermana. ¿Tú que te piensas que somos millonarios?”. Cuando el día ocho de enero volvíamos de las vacaciones siempre les hacíamos corrillos porque sus juguetes eran lo más de lo último. Y no te digo en el instituto. Nada más empezar segundo B.U.P ya venían al cole en motillo, mientras los demás arrastrábamos las mochilas, aparcando al ladito de los coches de los profes.
Así que a partir de septiembre, después de pensármelo, decidí hacer uso de mi estado de única hija okupa en casa de mis papis. Me quedé con la papelera gigante y la impresora con scanner que estaba en el cuarto de mi hermana. Y a disponer de su biblioteca de novelas de psicópatas. Pero realmente el cuento no es cómo lo imaginaba.
Primero, no sé por qué extraña razón, pero quedo al cargo de todas las actividades domésticas diarias. O sea, no me puedo mover de casa por si viene el mecánico del ascensor, tengo que hacer la comida cada día (cuando antes, y eso que mi hermana estaba en el trabajo, nadie confiaba en que hiciese nada de comer sin quemarlo), estar lista por si mis padres van al súper bajar a ayudar a cargar la compra para casa. Por si fuera poco, vivir con los papas te quita edad. O sea, esa batería de preguntas que te hacían con 16 años vuelven a repetirse. Donde vas, con quien, cuidado con el coche que siempre te toca a ti conducir, vas sin tu novio (esta pregunta con cara de sospecha), cuidado no te endroguen con una pastilla en el nesti, etc.…
En cambio a las hermanas foráneas las tratan como reinas. Hay que ver como aparecen cosas con chocolate o mayonesa de marca Hellman´s cuando una de las dos aparece con el correspondiente partner. Ayer mismo mi hermana se llevó sin que chistara nadie media tortilla de patatas de las que hace mi madre, las sobras de la menestra del medio día y una fiambrera con atún en aceite que compra mi papa a granel en el mercado, que cuesta una pasta. Sin contar las veces que ha venido a hacer lavadoras porque su tendedero es minúsculo según ella. Y la peque tiene la nevera llena de sus zumos favoritos dos días antes de llegar.
O sea que esto, que parece una pataleta, no lo es tanto. Ser hija única no es un chollazo. Más bien soy la pringada. O es eso, o mis padres tienen un siniestro plan para que la hija resistente se de el piro también. Ummm pues podría ser….
Banda sonora de esta nota: Antes de que cuente 10 de Fito y los Fitipaldis.
30.9.09
LA VIEJA DAMA
3.7.09
El blues de lo que pasa en mi escalera by Silvia Pascua is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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24.3.09
EL EVANGELIO DEL MAL DE PATRICK GRAHAM
Hace poco tuve que hacer orden de libros para llevar al trastero. Me da una infinita pena hacer eso, pensar en todos mis ratos de evasión, pasión y entretenimiento metidos en cajas de cartón con plástico, humedeciéndose en el trastero. Pero claro, quien dijo que el saber no ocupa lugar no contaba con la industria editorial. Ocupa lugar y mucho, que no tengo porque sigo de okupa en casa de mis papas.
En fin, el caso es que puestos a renunciar a libros, hice una caja con una estupenda colección de libros de cocina que no utilizaré todavía, porque es un arte para el que no estoy diseñada, y otra a la que bauticé con un rotulador permanente con el título de “Códigos, enigmas, Magdalenas, Griales, templarios, cátaros y albigenses”. Con estas etiquetas estaba catalogando novelas muy muy entretenidicas de las que enganchan y que ya por si solas son el género enigma, pero que cuando las acabas no te dejan más que un poso y se me van confundiendo argumentos y personajes en la memoria.
La novela de la que os voy a hablar es una de esas. Pero como no soy las que critica la calidad de los best sellers enigmáticos, más bien les admite sus gracias, sigo con esta novelita que ahora ha salido en bolsillo y que puede hacer las delicias de los amantes del género.
Antecedentes en la Edad Media, resolución en este siglo que empieza. Una detective del FBI que a raíz de un accidente, se le activan zonas del cerebro que le permiten ver muertos y ponerse en el lugar de asesinos y sus víctimas. Toda una maldición que se mezcla en el argumento con la supuesta existencia de un Evangelio de Satanás desaparecido cuyos seguidores se han perpetuado a través del tiempo y que van en busca de su texto sagrado y sus reliquias para demostrar al mundo que Jesús no resucitó de entre los muertos. Añádele a eso un exorcista veterano, jaleos en las curias vaticanas, la intromisión de una inspectora de los carabinieri…FBI, templarios, órdenes secretas de monjas y Satanás.
Todo esto articulado con la típica estructura narrativa en pasajes intercalados de este tipo de novelas, que te dejan suspendida una parte de la acción durante determinado número de páginas, combinados con los flash backs directos o dirigidos por la facultad de la agente del FBI de meterse en la piel de muertos varios. Concluyendo, un libro altamente adictivo, sin descanso. Y qué más dará que sea típico cuando ha alcanzado esas cotas de calidad en lo suyo. Que más da que no deje poso cuando nos evade, nos enerva, nos hace adictos con esa facilidad. Porque leer también es divertirse con ello.