12.4.06

Memorias de lecturas


Hoy voy a pegar una copiada, o a ser intertextual y re-creativa…pero siempre hay que ser honesta y decir de dónde vienes y a donde intentas ir. Leyendo hace poco el blog de A zancocharse vi una lista de libros que su autora no ha podido leer. Con los libros las relaciones son como entre las personas. O hay amor a primera vista, o no hay nada. Siempre lo he entendido así. Y yo, lectora viciosa-compulsiva, también tengo mi lista. Lo que pasa es que mi mitad genética media maña me ha dotado de una tozuderia proverbial para tragarme algunos tochos antológicos. Aparte, que estudié letras, y cuando uno se tira para esos barrios sabe perfectamente que tendrá que leer por pura y dura obligación. Por eso, y aunque a veces mezcle, se perfectamente lo que es trabajar un libro y leerlo por puro disfrute de los sentidos y de la cabeza.

Quizás por eso me apasiona leer poesía, por que en ella puedo leer de todas las formas posibles. Primero me leo el libro a vuelapluma. Rápido, saboreando con ansia todas esas palabras que me han querido “regalar”. Luego las leo bajito, en susurros, disfrutando de los sonidos, recitándolas para mí, saboreándolos entre la lengua y el paladar como si fuese algo delicioso, como las fresas o la crema pastelera. Si me pusiera a recitar poesías por casa, seguramente ya habrían llamado a algún psiquiatra de guardia. Por que las palabras también son sonidos. Una vez leí en Una historia de la lectura de Alberto Manguel que muy pocas personas leen realmente interiorizando las palabras. La mayoría lo hacen atribuyendo sonidos en su cabeza, como si alguien les estuviese recitando. Luego cojo mi lápiz de minas de colores y señalo versos, me hago mi antología con post it de colorines, anoto por los márgenes. Llamadme descuidada o asesina de libros: os puedo asegurar que los quiero igualmente y me merecen mi más profundo respeto, pero así los hago un poquico más míos.

Dispersa como siempre. Bien, hay varios libros que no me he podido leer pese a mi buena voluntad. Y más cuando a estas edades ningún profesor te obliga a ello. Uno de ellos es el Ulisses de James Joyce. No quiero decirlo muy alto por que me da un poquito de vergüenza. O La conjura de los necios, libro que todo el mundo considera graciosísimo cuando yo habría dado ya dos collejas bien dadas al protagonista, Ignatius O´Reilly creo que se llamaba. Lo dejé cuando me quedaban unas 60 páginas para acabar. No podía con él. Por mí lo hubiese exterminado.

Pero uno de estos libros que no me entraba era Cien años de soledad de García Márquez. Lo había intentado unas tres veces y me armaba tal jaleo de Buendía que acababa mareada y no sabía quién era quién. Así que un día, hartita de ser una rara avis entre la comunidad lectora de la facultad de Letras, me armé de paciencia, un lápiz y una ficha cuadriculada y me fui haciendo un árbol genealógico de los Buendía. Y así fui pasando asombrada las páginas de este libro, con los ojos muy abiertos. Y aún recuerdo la sensación de alucinación al llegar al final, recordar tantas lecturas posteriores, y, sobre todo, el sentimiento último que te queda cuando un libro te ha gustado: la pena al llegar al final. Y las ganas de volver a Macondo.

Bien...ahora estoy en un proceso similar. Cuando compro un libro lo primero que hago es ponerle mi nombre, el mes y el año en el que lo compré. En algunos casos pongo una nota de circunstancias. Luego los forro religiosamente con P.V.C transparente. Y este que estoy leyendo ahora tiene fecha del 2003. Se trata de él único libro que no he podido continuar de Julio Cortázar, Rayuela. No me preguntéis por qué no me entraba, porque ya lo he olvidado. Lo he olvidado porque en este sexto intento estoy disfrutando como si no hubiese leído nada más en mi vida. Y entonces doy gracias al azar y la genética por haberme hecho heredera de ese 50% de tozuderia mañica.

Banda sonora de esta nota: Yolanda de Joaquín Sabina y Pablo Milanés

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Donde compras el pvc para los libros? Tengo que forrar a mi querido Dostoyevski y también a Dickens, y a Brontë, y a Austen y a... De Dosto tengo que forrar unos cuantos, la verdad. Besitos.

J-vol dijo...

en la edicion de 100 años de soledad que leí habían un árbol ginecologico de esos en la primera página. Fué de gran ayuda.

SEITONAS dijo...

"Rayuela" es uno de mis libros favoritos, así que me alegro que lo estés disfrutando. Existe un librito con cd que habla sobre los temas de jazz que aparecen en el libro, "jazzuela", bastante criticable, pero es una gozada leer el libro, leyendo a Horacio y a la Maga mientras escuchas los temas. Puedo pasarle el cd a Pastora. Play.