Llevo un mes resfriada. Sin mentir. Desde el veinte de septiembre tengo agarrada una gripe tremenda que creo que no se me curará nunca si sigo nadando, callejeando cada tarde y yendo a trabajar por las noches. Mala suerte la mía: soy enferma crónica, de las primeras en ponerse la vacuna y no me dejan ponérmela porque ya estoy resfriada. Hay que joderse. Llevo un mes haciendo horas extra sustituyendo media baja de una compañera; y la encargada de las horas no le consta y no me las ha pagado este mes, y a este paso ni el que viene, porque en mi empresa los extras se tramitan de veinte de un mes al otro. Llevo un mes tremendamente inquieta por todo: por eso no he tenido tiempo de ponerme a explicar mi surrealista vida por aqui. Casi no leo y mi vida se va pareciendo sospechosamente a El diario de Brigdet Jones de Helen Fielding o tal vez a El diario de una ninfómana de Valerie Tasso. Y ambos libros no me gustaron nada nada nada.
SE CIERRA PARÉNTESIS.
Banda sonora de esta nota: Toda la noche en la calle de Amaral.
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