18.3.09

COLECCIONISTAS RECOLECTORES

Reconozco que soy una persona bastante compulsiva. Y, de alguna rara manera, ordenada. Soy suficientemente caótica interiormente para intentar de todas las maneras mantener un orden exterior que me tranquilice. Aún así hoy tengo la mesa ocupada por papeles, libretas, libros a devolver a la biblioteca y a mis amigos. Espero poder por lo menos dejar este escritorio despejado antes de las siete de la tarde.

No tener trabajo te quita rutinas. Te quita quizás la rutina mas fija de tu vida. Y eso hace que el resto de las rutinas desaparezcan. El tiempo se estira o se encoge a tu gusto y sólo te queda hacerte horarios mentales que vas rompiendo sistemáticamente, ya que nada fijo te obliga a reordenarlo.

Por esa razón llevo una semana buscándome tareas de orden y colocación. Como a nadie, no soy adicta a limpiar, pero debo admitir cierto placer mental al dejar la fregona cruzada delante de la puerta de cualquier sala de la casa indicando que no se puede pisar. O al entrar en una habitación, la mía, oliendo a friegasuelos, lejía y limpiador de muebles. Y también encuentro un extraño placer en hacer un sitio para cada cosa.

Por eso estoy recuperando el gusto por mis antiguas colecciones. Mi sorpresa fue encontrar aún por casa mi viejísima colección de sellos matasellados. Volver a clasificar esos sellos, separarlos del papel de los sobres, ponerlos delicadamente en papel secante y colocarlos en los álbumes por series, años, manejando las pinzas de patas casi planas evitando dañar el troquel de alrededor. Me resulta relajante en extremo y a ello me he dedicado un día entero, dejando los dos últimos clasificadores a mano (el de sellos de España y el de extranjeros) en espera aún de aumentar mi colección con sellos viejos que no sean autoadhesivos.

Mi otra gran colección no puede ser llamada como tal. Primero, porque mi padre llevo al trastero parte de ella sin mi permiso, y no puedo clasificarlos convenientemente. Son puntos de libro, o marca páginas como queráis llamarlos. Pero de esta colección me considero recolectora. Necesito una inversión de tiempo que tengo pero en dinero para colocarlos en hojas especiales, comprar carpesanos para seguir clasificándolos etc.. En cuanto tenga algo de dinero compraré hojas y empezaré a coleccionarlos de verdad, clasificando los de editoriales como los de Salamandra, que tienen siempre el mismo tamaño, o por origen (pseudo flyers de discoteca, librerías, bibliotecas, promoción editorial, exposiciones de arte, turismo..) En fin debe haber tantos como clasificaciones de libros en una biblioteca.

Como todos los hijos de pobres, mis colecciones son gratis. Pero tiene gracia comprobar como mi desordenado desorden se refleja en mi manera de coleccionar o de recolectar. Y ambas son de momento, infinitas. Como la biblioteca de Borges.

Banda sonora de esta nota: Los gatos lo sabrán de Loquillo y Sopeña



1 comentario:

Area de descanso dijo...

en tiempos tambien coleccione yo de estas cosas.. ¿andaran por el trastero?