29.5.08

BICING

Joane_Somarriba ( Como esta voy a ser yo pero cuando me jubile.Campeona senior de ciclismo)

Hoy me desayunado con la noticia de que el uso de la bici en la cuidad de Barcelona ha aumentado casi un 81%. Que hasta van a poner una oficina de información del servicio bicing (anda que menudo anglicismo aquí que nos preciamos de hablar diferente). La verdad es que la cuidad ha aumentado sus carriles para este medio de transporte pero muchísimo y ya ha habido hasta problemas serios por prioridades con los peatones. Esto para mí es algo de lo más normal. Ya yendo a caminar por la montaña te puedes encontrar a pelotones enteros de ciclistas "pofesionales", vestidos completamente como extraterrestres, aprovechando la cuesta abajo al grito de "Cuidadoooo", o esos suicidas vestidos de guerreros con armadura que te bajan de repente de una torrentera. Un día me decía uno de ellos que había que tener dos cojones para hacer lo que hacían. Dos cojones hay que tener para hacerlo cuesta arriba, capullo adicto a la velocidad. En un parque natural no puedes ir nunca a más de 20 kms.. por hora, cosa que parecen obviar tranquilamente cualquiera que entre allí con ruedas.

En fin, modera tu indignación Silviqui. Y a otra cosa. El caso es que yo, pobre mileurista de fábrica, acostumbro a poner cada lunes diez euritos para toda la semana a mi viejo tanque. El caso es que con cuarenta euros pasaba semana al curro y fines de semana de ida y vuelta por los pueblos de la comarca. El caso es que llevo dos semanas que el mismo sábado se me pone a brillar esa lucecita naranja de la reserva. Indignada, miro como los precios del gasoil cada día cambian, y a este paso lo estaré pagando a precio de Dom Perignon. Así que el domingo por la tarde dije en una reunión amistosa con deportistas que a partir de ahora iba a ir al trabajo en bici. Vamos, los tres machotes corredores de montaña con los que estaba me animaron muchísimo (que si Silviqui, que boicot a las gasolineras, que ya veras que un kilómetro es una mariconada, así maja, con un par) (que curioso resulta que cuando estás con más de un hombre de tertulia, tienden a masculinizarte a ti también).

Así que ya me veis el martes pasado de estreno con la mega bici que me regalaron semi nueva. Es una señora bicicleta que desde que me la dieron se apalancó mi padre para su uso y disfrute y para venir e ir al huerto. Cuando bajé al trastero casi con mis padres en la puerta despidiéndose de la emoción (ay mi hija que va a hacer algo más que nadar) y mi madre diciendome ten cuidado mándame un sms cuando llegues, me tocó bajar el sillín, que en mi casa soy la más bajita de la familia, subir la cuesta del parking y tirar pal curro. Mi aventurera y apasionante vida: en vez de ir por el carril bici de la ruta del colesterol de mi pueblo me fui por calles normales. Uis que emoción. Y sin recordar como se ponía la luz de la dinamo. Entré en el taller sin bajarme de la bici, tope chula yo.

que para eso soy medio aragonesa. La vuelta ídem de ídem pero teniendo en cuenta ocho horas de trabajo por medio. La verdad es que sentir el airecito y la humedad mañanera anima bastante. Entrada al parking bajando a toda leche por la cuesta, que no había nadie, con casi el riesgo de esnafrarme contra una columna. A la mañana siguiente tenia agujetas en las nalgas, por decirlo finamente. Jo, no entiendo, yo que soy una heroína entre mis amigas de sofing y arreglar el mundo en los bares porque en un día me recorrí el delta del Ebro en bici alquilada, con insolación del cincuenta incluida.

Hoy también en curro en bici. No se piense mi más mejor amigo, que duda de mi constantemente, que no voy a llevar a cabo mi autopropuesta. Así que esta noche otra vez al trastero del parking, , a ponerme el casco que es obligatorio. Así, de paso, disimulo delante de las fuerzas de seguridad los cascos del Ipod.

Banda sonora de esta nota : Sintonía de Verano Azul (¡mítica eh!)


28.5.08

EL POLO DRÁCULA

20070313111226-dracula No sé la verdad cómo explicar porque para mí cosas tan simples tienen tanto significado. Siempre he tenido adicción por los polos Drácula de Frigo. Cuando era pequeña eran casi los más baratos de la carta y los que se podían permitir pagarnos mis padres a dos hermanas que tenían los caprichos a dúo pese a llevarse dos años. Cuando por fin nos permitían comer esos polines de sabor insufrible y funda de plástico un día a la semana; y los fines de semana que salíamos a pasear por la rambla del pueblo (deporte olímpico local) esperando en algún momento el premio por nada de ese polo de sabor un tanto indefinible.

 

Así que cuando quiero celebrar la llegada de la primavera siempre me doy un capricho de los que ahora no puedo disfrutar y me compro un polo Drácula en un quiosco. Me retrotrae a una infancia en la que la mayor de las preocupaciones era no dejar que te robasen tu sacapuntas en el cole (Mi padre, como buen delineante de formación, todo nos lo compraba de la marca Staedler. Llegó a colgarnos los sacapuntas metálicos de una cadena al cuello para evitar que se volatilizasen en clase. Y funcionó eh). Hace dos viernes me compré el primero, después de una tormenta de narices, delante de la estación de tren de plaza Cataluña. Ese sabor  de la capa de supuesta cola, que sabe a yo que sé, mezclarlo a lametones con la fresa, morderlo hasta sentir un ligero dolor en los dientes, acabar mezclando el hielo de la fresa con la crema de la vainilla. Casi no recuerdo ni cómo bajé al andén de concentrada que estaba en esa celebración de primavera lluviosa que tenemos ahora mismo. Cuando mi compañía me dijo que esa capa superior negra sabía a algo así como moho, mordí un trozo, niña, traviesa, despreocupada otra vez y sólo le dije...

_ ¿Y de verdad no quieres probarlo?

 

Banda sonora de esta nota: Muérdeme de Los Romeos


26.5.08

LA MALA HORA

Hablar-hablar (Esta chica tan mona es la que se esconde tras la voz de la presentadora de Hablar por hablar)

Mis cuarenta horas de trabajo nocturno en el taller dan para aburrirse y de sobra. No por que falte trabajo si no por la rutina. La rutina se extiende incluso a los programas que ponemos en la vieja radio. Nada, que cargan la música y ponen el aleatorio en el ordenador y arreando. Hay veces que si mantienes una misma emisora puedes oír hasta cuatro veces la canción de moda. Así que a la que me desaparecí de mi sección diez meses para sufrir en control de calidad mis compañeras adoptaron otra rutina que incluye a las dos de la mañana poner la cadena Ser y escuchar un programa decano de la radiodifusión española: el Hablar por hablar.

Siempre me ha maravillado la relativa simplicidad con la que se organiza un programa de testimonios. El teléfono, el correo normal o el electrónico permiten un anonimato que da lugar a confidencias de todos los niveles. Aunque la verdad últimamente predominan los temas tristes sobre los escabrosos, que últimamente te pasaban tres pueblos. Los menos son los que llaman para explicar alegrías (he aprobado unas opos, soy abuelo...) o para tener su derecho inalienable a la pataleta y a la protesta. La locutora es de una neutralidad que da miedo. Simplemente hace unas preguntas orientativas y, en estos tiempos cibernaúticos, traslada las opiniones que se dan en la sala de chat del programa a las ondas radiofónicas.

Esa neutralidad me provoca a veces un efecto parecido a estar viendo un partido de baloncesto o una película de terror. Interpelas casi a grito pelado al entrenador, a la rubia loca o al oyente con problemas gordos como si pudiese oirte. Como dice el anuncio "un toque amargo es sexy" y yo debo el sex appeal subido, porque a veces soy más borde que el doctor House y el doctor Vilchez juntos. Sobre todo desde el día que llamó una oyente llorando porque sus dos gatos se peleaban a muerte desde que llevó al persa al veterinario a cortarle el pelo. Entonces te das cuenta de que para uno sus problemas son los más importantes, sea porque se te ha roto la uña o porque Bienestar Social te ha quitado a tus tres hijos para llevarlos a una casa de acogida. Todos los problemas tienen la importancia que se les dé, ni más ni menos.

Así que una, en un ejercicio de imaginación, propone ser conductora de un programa de testimonios sin neutralidad alguna. Para los que se atrevan a encararse con opiniones directas. Se llamaría La hora mala. ¿Que te has quedado embarazada del hermano de tu novio? Pues bueno chiquilla, a ti quien te manda en los años dosmiles hacer las cosas sin precauciones, que es que eres tonta del culo o vete tú a saber de dónde, pero bien pensado encolomale el muerto a tu novio que si se hace la prueba de paternidad algún gen en común seguro que tiene el crío, que no tiene la culpa de ná. ¿Que tu marido te ha retirado la guardia y custodia de tus hijos alegando que tienes un trastorno bipolar? Pues a que esperas, pasmada. Tira para el juzgado pide pruebas psicológicas a la de ya y apela que te las pelas porque ese cabrón tiene que darse cuenta que tienes un par, que no se te suban encima. ¿Que tu amante te persigue y tú no quieres saber ya nada de él? Pues ya sabes, plantate en casa de su mujer se lo explicas todo, y si encima eres hombre, haces que salga del armario por la brava. Del armario de su casa de la vida de su esposa y de la tuya. Seamos resolutivos por favoooor.

Bueno, esperemos que no lo patente nadie. Seguro que no tendría ni una persona de audiencia la verdad, o de llamante. Un amigo me dijo que un título alternativo podría ser ¿A ti qué coño te pasa?. No, si Dios nos cría.....

Banda sonora de esta nota: La mala hora de Radio Futura


22.5.08

EL ZOO DE SILVIQUI Y FAMILIA: EL GOLDEN PERRETE

Imagen006 Os presento a Dino. Dino es un precioso ejemplar de golden retreiver de un añito y medio. Fue el regalo de cumpleaños el año pasado de mi hermana peque. Ella, que es la única que ha salido de casa de los papas, se sentia solita y estaba mirando por granjas de adoptar un perro. Quería un beagle o un pinscher enano, pero su señor novio le plantó en casa este cachorrito de perro Scottex. Ni que decir tiene que era adorable. Cuando por primera vez lo trajo a casa a hacer las presentaciones ("mama esto es lo más parecido que vas a tener a un nieto en muchos años") ya pesaba 25 quilazos caninos. Así que no nos salía del alma llamarle perrito. Nos pusimos de acuerdo y ahora es el perrete por antonomasia. El golden perrete. Cosas del ideolecto familiar que todos tenemos uno.

 

Ahora lo tenemos de vacaciones en casa mientras la peque cumple con sus obligaciones deportivas (mi hermana peque tiene la infinita suerte de que le pagan por practicar una afición) y a la vez prepara su boda el día 20 de junio. Si el año pasado con 25 quilos logró tirarme al suelo tres veces, imaginad ahora que pesa 40 y ya tiene su tamaño adulto para toda la vida. Cada mañana sale como un torico a la calle conmigo detrás casi al trote, por lo que estoy planteándome seriamente comprarme unos patines en línea para pasearlo y dejarme llevar ni que sea en zig zag que es como pasean los perretes alterados. El perrete tiene dos rasgos de carácter muy curiosos. El primero es que ladra como Scooby Doo. Vamos,que parece que te esté hablando. El segundo es que mantiene relaciones amorosas con las piedras. Verídico. Sale a la calle, pega la nariz al suelo, se lía a escarbar hasta que encuentra una piedra y la adopta. La coge delicadamente en la boca y es capaz de pasarse la hora entera del paseo así, paseando a su vez una piedra. De vez en cuando la tira en la tierra mojada y se revuelva encima de ella, la vuelve a cojer y sigue el paseo con el pedruscorro. Mi hermana la pitufa asegura que allí donde vive, lo saca a pasear a la ribera del río, le tiras una piedra al agua y hasta bucea estilo pato y la recoge. Este olfato canino me hace pensar que quizás podríamos entrenarlo para buscar trufas o, en su defecto, como vivo en barrio obrero y calorrillo, para detectar  chocolate que tiran los porreros en cuanto ven a un mozo de escuadra de los de aquí. De esa o me forro o me dan una paliza. La última es que al perro le encanta el agua, bañándolo en río, en charcos. Cuantas veces desde que está aquí mi madre me ha recibido con cara de horror porque el perro no ha tenido otra feliz idea que revolcarse en un charco.

 

No diré que no esté encantada con mi sobrino peludo. Para lo que pesa es muy faldero y le encanta estar encima tuyo en el sofá. Creo que de la penúltima debo tener rota una costilla.  Esta mañana estaba tirada en la cama leyendo y me saltó encima con sus cuarenta quilazos. Aparte de clavarme la tapa del libro en un ojo, tirarme las gafas vete tú a saber dónde y empezar a morderme una de mis coletas, me provocó un ataque de risa floja. Y mientras le hablaba con ese tono que las personas normales usan para los niños y que a mi sólo me sale con los perros le decía:

 

_¿Quién es la que te mima a ti  te malcría y te da de comer a escondidas bajo la mesa? ¿Quién te rasca la barriguita y juega a la pelota?

 

Escuché tres voces unánimes desde la lejanía del comedor

 

_ Tuuuuu cacho idiota tuuuuuuuu